Hoy
en día sobre todo en el campo de la medicina se aboga por la cultura
preventiva, y como bien dice el dicho “más vale prevenir que
lamentar”. En la empresa pasa igual, hay que prevenir la morosidad
no lamentarnos de tener clientes morosos, y para ello es importante
tener una correcta política de gestión de riesgos y cobros que
puede resultar clave,tanto para reducir como para minimizar el
porcentaje de clientes morosos al igual que nos ayudará a
incrementar la rentabilidad de nuestro negocio.
Como
empresarios hemos de llevar a cabo algunas acciones que nos ayudaran
a evitar posibles situaciones de morosidad o demora en el pago por
parte de los clientes en el futuro
Todo
empresario ha de sopesar si merece o no la pena llevar a cabo la
transacción con el cliente en cuestión y para ello es necesario
información, cuanta mas información tengamos sobre el cliente,
menor será el riesgo de equivocarnos en la decisión de llevar acabo
transacciones comerciales con él.
Es
sumamente importante documentar todas las transacciones, es decir,
contratos, pedidos, albaranes, órdenes de compra, notas de entrega,
etc.,
En
las facturas, deberán estar perfectamente detalladas las
condiciones, es decir, datos del cliente, características de entrega
pactadas, forma y fecha de pago.
Será
conveniente seleccionar y fijar normas de pago teniendo en cuenta las
cualidades específicas de la mercancía o servicio objeto de la
transacción comercial. Como pueden ser: aplazamientos con
afianzamiento, incentivar el pronto pago, incentivar el pronto
pago, prepago en el caso de productos perecederos, etc.
También
es recomendable formalizar las ventas, mediante pagarés, letras o
cheques con firma autorizada para tener un crédito documentado como
mayor protección ante posibles impagos.
No llevar
a cabo en la empresa una politica de riesgos de manera general sino
adecuarla al tipo de cliente y a la situación que se produce en el
entorno.
A la hora
de realizar una transacción comercial no fiarnos de la primera
impresión ni de nuestra intuición
No hemos
de forzar ventas, ni tampoco fijar objetivos de facturación
demasiado ambiciosos, ya que una presión excesiva sobre el
departamento comercial ya que puede hacer que los comerciales vendan
a clientes de dudoso cobro con el fin de alcanzar los objetivos
marcados por la dirección provocando así la tan temida morosidad.
Obviamente
todas estas son acciones que se pueden llevar a cabo, pero aún así
no nos garantizan no tener clientes morosos, aunque sí nos ayudan a
disminuir el número.
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